Segons testimonia l’escriptor Josep Maria Gironella en el seu llibre “Un millón de muertos”: “(…) la comunicación entre Cataluña y el Centro no había sido cortada por completo, puesto que, no sólo los aviones podían salvar el pasillo de Vinaroz, sino que un submarino se encargaba de hacer el trayecto para llevar la valija y el correo, enlace que había merecido una emisión especial de sellos”.