(Paçà 1785 – Perpinyà 1856). Agrònom. Resulta molt interessant per a conéixer l’agricultura del moment,dels nostres camps i de les nostres sénies ja que van ser descrites en 1844 pel francés JUABERT DE PASSA, el qual va recòrrer Catalunya y València, escribint un llibre, titolat «Canales de riego de Cataluña y Reino de Valencia». La referència a la nostra població, que apareix unida a la de Benicarló és molt extensa, ocupant bona part del capítol segon del primer volum. La traducció del llibre al castellà, obra de Joan Fiol, es va fer a València en 1844, diu així: «La entrada del reino de Valencia es tan desierta y casi tan triste como la salida del principado de Cataluña; parece que la industria, partiendo à la vez de sos puntos distantes, se haya parado al acercarse á las orillas del Ebro. Causas agenas del objeto de nuestras indagaciones han ocasionado el abandono de algunos territorios valencianos; mas aquí á lo menos la naturaleza del suelo parece justificar á este pueblo laborioso. A medida que uno se aparta de las ruinas modernas de San Carlos y más allá de la Cenia, que sirve de límite á las dos provincias, grandes moles de hormigón ocupan un largo valle colocado entre altas montañas y las costas de mar; estos bancos se ven apenascubiertos con una capa de pocas pulgadas de marga rogiza y seca. Pero no obstante, sin fuentes ni rios que protejan la vegetación, y con un mar que constantemente roba á la tierra estas aglomeraciones calcáreas, han sabido los naturales del país con su industria y constantes esfuerzos convertir este valle en un vasto jardín. Si se comparan en el día los distritos de Vinaroz y Benicarló con las tierras limosas de Albacete y de algunos otros de España, se verá con asombro el triste abandono de estos últimos y sus mezquinas cosechas, al paso que los primeros aseguran el activo valenciano las más bellas producciones. Los pueblos de Lion y los de orillas del Loire y del Garona están todavía muy distantes de poder concebir por cuántas tentativas y esfuerzos se puede mejorar un terreno ingrato. Testigos son Vinaroz y Benicarló de los prodigios que puede obrar la industria agrícola cuando los obstáculos no la arredran. Muchas acequias dirigen en este país las aguas sobre una delgada capa de tierra, que seriaimproductiva si el cultivador no tratara de reanimarla por medio de copiosos abonos. Una vegetación asombrosa ha reemplazado á su anterior esterilidad, y en un corto espacio de tierra se cogen todas las hortalizas y frutos, casi todos los granos, y alguna de las más raras producciones y de las más necesarias á la vida; pues 250 jornales ó cahizadas componen todo el precioso sembradío de Vinaroz, y 400 el de Benicarló. La influencia de la agricultura sobre la población, cuando el comercio y la marina mercantil proporcionan los medios de estración y procuran nuevos ramos de industria, es tal, que estas dosvillas han visto cuadruplicarse el número de sus habitantes desde las guerras de sucesión. «Es propiedad de los riegos no limitar sus beneficios al terreno que bañan, y parecida en esto la industria agrícola a la fabril, anima y da vida á cuanto la circunda. Las partes más elevadas de los terrenos que dominan á Vinaroz y Benicarló están cubiertas de algarrobos, olivos y viñas, cultivo que la mano del hombre jamás hubiera emprendido, si las bellas huertas que circundan el mar no les hubiesen de antemano cubierto todas sus necesidades y proporcionado los capitales necesarios para empresas tan arriesgadas. Elsolo cultivo de la viña es tan importante que da el escedente de 400.000 cántaros de vino, cuya venta al estrangero produce sobre cuatro millones de reales. «Esta descripción del valle de Vinaroz y Benicarló haria creer que un gran canal de riego, dirigido por una mano poderosa, hábil y vencedora de grandes obstáculos esparce sus aguas hasta las orillas de la Cenia; pero en vano buscaríamos en las huertas rastros de semejante canal, pues el cambio de la naturaleza del suelo se debe a una obra de mucho menor importancia. Estos hombres sóbrios y laboriosos han sabido con su constancia taladrar los bancos de hormigón para sacar el agua del seno de la tierra y subirla á la superficie, valiendose al intento de 500 o 600 norias. Cada una de estas ingeniosas máquinas tiene al lado la habitación del colono, y esta multitud de casitas esparcidas en los campos y circundadas de árboles frutales dan a esta parte del valle un aspecto encantador. Conducen el agua á unos grandes depòsitos para esponerla á la influéncia de la atmósfera; y se la distribuye después por el suelo á la velocidad que exigen las necesidades y la economía del trabajo. En un momento inunda los anchos surcos de un campo de trigo ó los variados y productivos bancales destinados á las hortalizas. Algunas regaderas maestras, construídas de argamasa, la dirigen sin pérdida á todos los cuadros de estos numerosos y ricos tableros.el agua reanima por todas partes la tierra; favorece la vegetación y asegura al colono producciones las más de las veces extraordinarias. El colono por si solo no puede acudir siempre á tantos cuidados, y es uno de los beneficios del riego el ocupar tantos hombres y habituarlos á una vida laboriosa y aplicada; y mientras que éste ocupado con el transporte y venta de los frutos recorre con fatiga los puebloscircunvecinos, su muger egecuta con una parte de la familia los trabajos más urgentes, coge los frutos, prepara las hortalizas para la venta del dia siguiente, cuida los riegos, presta á la tierra todos los cuidados que reclama, y confía la vigilancia de la noria al más pequeño de sus hijos. “OH INDUSTRIA FELIZ, QUE SEÑALA A CADA CUAL EL SITIO QUE DEBE OCUPAR, OFRECE TRABAJOS PARA TODAS LAS EDADES, Y JAMÁS DEJA AL CULTIVADOR SIN RECOMPENSA!» No es pot pintar un retrat de la vida més bell, com el que ens explica aquest francés: El paisatge idílic, magníficament descrit i la gent feliç amb el seu treball s’assemblen a un quadre encantador pintat per Brueguel el Vell. Qui no recorda encara el só rítmic de la mota moguda per una haqueta o un matxo, l’aigua corrent pel reguer que va per baix d’una bona ombra a la bassa, i allí, surant en l’aigua fresca, a l’estiu, un gros meló de moro refrescant-se, mentre l’aigua baixava i corria per la rajadora, esperant l’hora del apetitòs dinar?